miércoles, 2 de enero de 2013

FINAL DE UN AÑO. TIEMPO DE BALANCES

Cuantas veces hemos dicho y oído esta frase, la realidad supera a la ficción. Revisando mi casilla de mensajes, encuentro uno que me envía una amiga. Esta amiga, médica pediatra, con mucha frecuencia me hace llegar una variada gama de correos, desde imágenes de lugares espléndidos para visitar, recuerdos de nuestros años pasados, y citas, relatos y dichos que nos invitan a una profunda reflexión. En esta oportunidad me envío un correo que describe el tipo de educación primaria que personas que trabajan en la cuna de la tecnología informática, en Silicon Valley en EEUU, le brindan a sus hijos. Estos profesionales de la informática, muchos de ellos creadores de algunas de las aplicaciones o software que luego usa el mundo entero, han decidido enviar sus hijos a escuelas primarias en las cuales se enseña informática solo a partir de los 13 años de edad. En esos establecimientos no hay televisores ni computadoras personales, solo tiza y pizarrón, y los niños aprenden hasta hornear pan.

Parece ser que estos profesionales son partidarios de la cultura de vivir temporalmente desconectados, y  sostienen, por conocimiento y propia experiencia, que el cambio y evolución de la tecnología informática es de tal magnitud que su aprendizaje a temprana edad, aporta mas desventajas que beneficios. Nuestros niños tendrán tiempo suficiente para aprender y poder desarrollar la tecnología informática que necesiten.  

El relato anterior, puede servirnos de referencia a la hora de hacer un balance o un resumen del año que termina.

Focalicemos en lo significativo, en lo verdaderamente importante.

Un balance significa una medición, una fotografía de un hecho o de una situación a una fecha determinada. El fin de un año es un buen momento para ello. Que medimos en general. Cuanto ganó o perdió nuestra PYME, cual fue el resultado final en porcentaje sobre el total de las ventas, cuantos clientes nuevos hemos logrado, la magnitud de nuestros gastos, u otros indicadores parecidos.

Son unas buenas mediciones, sin duda. Pero todas reflejan el pasado, algo que terminó o está muy próximo a finalizar.

Entonces, que seria relevante medir o tener en cuenta para hacer nuestro balance. Las cosas que no cambian y que constituyen el motor y la razón de ser de todo lo que hicimos, hacemos y haremos en el futuro.

Estos indicadores lo constituyen las áreas de vitalidad, la valoración de nuestro trabajo y los sentimientos. Analizaremos brevemente los dos primeros conceptos. Los sentimientos pertenecen a cada uno de nosotros, y su conceptualización y análisis a otros ámbitos, por lo cual no los trataremos en esta nota.

Las áreas de vitalidad se expresan a través de aquellos hechos, actividades o conocimientos, que han permitido crear, desarrollar y hacer sostenible a nuestras PYMES.

Las áreas de vitalidad son propiedad del fundador, dueño o gerente general de una PYME. Están constituidas por la forma de llevar adelante su negocio, la manera de relacionarse con los clientes, la forma de conducir a la gente, el enfoque de las ventas, la metodología de producción.    

Estas características, al ser propias de una persona, son indelegables. No se pueden transferir. Solo es posible compartirlas, relatarlas y transmitir la experiencia que de ellas surge.

Desde el punto de vista de la continuidad del proyecto empresario, será necesario que alguien en la PYME, tome la posta y las lleve adelante, desde ya a partir de sus características y formas propias.

El mantener las áreas de vitalidad vivas y vigentes, en una PYME, más allá de la persona de su fundador, dueño o gerente general, será una condición necesaria para alcanzar la continuidad y sostenibilidad de la misma.

La valoración de nuestro trabajo, hay que analizarla desde la perspectiva de lo que entendemos por valorar o asignar valor a ciertos hechos y actividades. En este sentido, podemos decir que los seremos humanos valoramos aquellos hechos y actividades a los cuales les asignamos recursos, tiempo y esfuerzo. Nuestras actividades recreativas o pasatiempos preferidos, son ejemplos de ellos.

Pensemos quien está dispuesto a abandonar su reunión diaria o semanal con amigos, a dejar de practicar su deporte preferido, o a resignar una salida de pesca o viaje.

Es con la misma dedicación y satisfacción, con la que realizamos aquellas actividades que hemos elegido, que debemos desarrollar diariamente nuestro trabajo. Si esto no nos pasa, tal vez algo no funcione bien, y convenga revisarlo.

Al momento de hacer nuestro balance anual, quizás resulte interesante dejar de lado cierta información externa y pasada y mirar más como están funcionando mis áreas de vitalidad, y como anda la valoración de mi trabajo.

Tal vez resulte oportuno apagar por un momento los televisores, los teléfonos celulares y las computadoras personales y usar más la tiza y el pizarrón.

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